María Montessori afirmó: “La primera tarea de la educación es agitar la vida, pero dejarla libre para que se desarrolle”. Sin duda, es también lo más difícil, sobre todo para los padres, que en muchas ocasiones tienen la tendencia a sobreproteger a sus hijos. Sin embargo, uno de los principales objetivos de la educación es desarrollar la autonomía y la independencia de los niños. ¿Cómo lograrlo?
1. No decidas por ellos
Para que los niños desarrollen la autoconfianza, es necesario que aprendan a tomar sus propias decisiones. Si los padres siempre deciden por ellos, no tendrán la oportunidad de desarrollar sus gustos o cometer sus propios errores. Como resultado, se convertirán en pequeños dependientes e inseguros. Por tanto, es conveniente que desde pequeños les preguntemos qué prefiere y que, en la medida de lo posible, respetemos sus preferencias y decisiones.
2. Deja que cometan sus propios errores
Los errores no son fracasos sino oportunidades de aprendizaje. Cada vez que el niño se equivoca y vuelve a intentarlo, estará desarrollando la perseverancia, se está convirtiendo en una persona más resiliente. Por tanto, debemos dejar que los niños aprendan por su cuenta, que cometan sus propios errores, y bríndales ayuda solo cuando realmente la necesitan. Ese es uno de los mayores regalos que podemos hacerles.
3. Dales obligaciones
La infancia es una etapa preciosa y no debe caracterizarse por las preocupaciones y la tensión. Sin embargo, eso no significa que los padres no deban desarrollar la responsabilidad desde etapas tempranas. De hecho, es conveniente irle dando obligaciones a los niños, acordes a su edad y sin que estas representen una presión excesiva.
4. Vive con ellos, no sobre ellos
En los últimos años se ha desarrollado un estilo de paternidad que implica estar sobre los niños constantemente, ya sea organizándoles la agenda o sobreprotegiéndoles de manera excesiva. Sin embargo, este estilo de crianza es agotador para los padres y agobia a los niños. Al contrario, una relación sana y desarrolladora es aquella en la que todos disfrutan de la compañía y se respeta la identidad de cada persona, aunque se trate de un niño pequeño.
5. Brinda un buen ejemplo
La idea de “haz lo que yo digo, no lo que yo hago” no funciona con los niños. No se puede pretender que los pequeños no griten si los padres alzan la voz continuamente o que no mientan si escuchan a sus padres falsear la verdad. La clave radica en ser la persona en la que nos gustaría que se convirtiera nuestro hijo, debemos recordar que cuando se trata de educar en valores, los ejemplos valen más que mil palabras.
6. Ponles límites
Muchos padres piensan que los límites son negativos, pero lo cierto es que estos les ayudan a los niños a darles un sentido al mundo y les permiten sentirse más seguros pues saben exactamente qué se espera de ellos. Por supuesto, no se trata de imponer límites excesivos y de prohibirles todo, pero es necesario que existan ciertas reglas que garanticen una convivencia agradable en el hogar.
7. Escúchales
Muchos padres piensan que sus hijos no tienen preocupaciones y que sus problemas son intrascendentes. Por eso, no les prestan suficiente atención, lo cual hace que los niños se distancien y no confíen en ellos. Sin embargo, es importante establecer un canal de comunicación que se mantenga permanentemente abierto y practicar la escucha activa, para que los niños sepan que siempre pueden contar con sus padres.
8. Reconoce su esfuerzo
Más allá de los resultados, los padres deberían valorar el esfuerzo que hace el niño. Esto no significa que los resultados no cuenten, pero a veces se aprende mucho más a través de la perseverancia. Por tanto, debemos asegurarnos de premiar el empeño que pone el niño en las tareas ya que así estaremos fomentando el tesón, una cualidad esencial para tener éxito en la vida.
9. Pide perdón cuando te equivoques
Pedirle perdón a nuestros hijos cuando nos equivocamos no disminuirá nuestra autoridad ante sus ojos, al contrario, les enseñará a ser humildes y a reconocer sus errores y corregirlos. Por tanto, siempre es conveniente dar un paso atrás e intentar subsanar el daño causado por una equivocación.
10. Demuéstrales que les quieres
No deberíamos cansarnos nunca de decirles a nuestros hijos cuánto les queremos. Las caricias y los abrazos deben ser pan cotidiano en casa porque los niños las necesitan casi tanto como los alimentos. Las muestras de amor no se deben condicionar a un buen comportamiento o a unas buenas calificaciones, los niños deben saber que sus padres les quieren de manera incondicional. Un niño amado, será un niño feliz y, sobre todo, se convertirá en un adulto que no tiene miedo a amar.